martes, 29 de julio de 2008

Caso Juanito: De la imposibilidad del pasaje de lo imaginario a lo simbólico por la falta de potencia en el padre real

Por:
Clynton R. López F.
clyntonr@ufm.edu


El punto sobre el cual girará el tema de este breve documento es en torno a la idea de que el agente real encargado de la castración en Juanito, no es el Padre Real Potente necesario para castrarlo sino que fue dado por otra circunstancia. Es decir el padre real existe pero no con la suficiente potencia para ostentar el falo y permitir la inscripción de este en el registro simbólico de Juanito, su hijo.

Realizaré un breve resumen de los puntos básicos del complejo de Edipo en Freud, y luego otro breve señalamiento de los puntos en Lacan. Un intento muy simple de comparación y evolución de las teorías sobre el Edipo, y posteriormente el análisis del pasaje de lo imaginario a los simbólico en Juanito.

Freud

En un ensayo de 1931 titulado Sobre la sexualidad femenina Freud realiza un recuento sobre los puntos básicos de su teoría sobre el Complejo de Edipo.

Freud no matiza los tiempos como lo realiza Lacan pero si distingue de dos etapas en la manifestación del complejo de Edipo. La primera fase, llamada pre edipica, se constituye porque tanto para el varón como para la mujer el primer objeto amoroso es la madre. Pareciera existir un asunto en torno a este sentido, donde se concibe que Lacan es él quien inicia este asunto de situar a la madre como el objeto amoroso primario para ambos sexos, pero en Freud está claramente presente este hecho desde este ensayo en 1931. Por ejemplo “…y es la primera diferencia con Freud, Lacan considera que el sujeto, cualquiera que sea su sexo, siempre desea a la madre, y que el padre es siempre el rival”[1]. Si bien es cierto que en Freud puede formularse el complejo de Edipo en una forma básica como: sentimientos amorosos al padre de diferente sexo, y sentimientos hostiles hacia el padre del mismo sexo, también es cierto que esta articulado ya en Freud la condición de ser el primer objeto amoroso tanto del niño como de la niña, la madre. Veamos como lo expone Freud: “En aquella fase del desarrollo libidinal infantil que se caracteriza por un complejo de Edipo normal hallamos a los niños afectuosamente ligados al progenitor del sexo opuesto, mientras que en sus relaciones con el mismo sexo predomina la hostilidad. La madre fue su primer objeto amoroso continua siéndolo, y al tornarse más apasionados sus sentimientos por ella, así como al profundizarse la comprensión de las relaciones del padre y la madre, aquel debe de convertirse a fuerza en su rival. Otra cosa sucede con la pequeña niña. También el primer objeto fue la madre. ¿Cómo entonces halla su camino hacia el padre”[2].

Es posible que en Lacan esté mejor articulado, pero la relación originaria, primitiva, como llamaba Freud con la madre, como objeto amoroso de ambos niños ya se encontraba claramente establecida en Freud en la fase pre edipica. De allí que para Freud la latencia bisexual en la mujer sea más fuerte en la mujer que en el varón.

La etapa pre edipica esta presente en ambos niños. En esta fase no aparece todavía el padre. En el momento de aparición del padre, entonces, se da el inicio del complejo propiamente edipico en el niño varón, lo que Freud llamaba el complejo de Edipo en su forma positiva, y en la niña el complejo de Edipo en su forma negativa en la niña[3]. Es hasta el momento cuando los niños se dan cuenta de la diferencia anatómica de los sexos que inician en el varón su disolución[4] y en la niña su paso de amor de la madre hacia el padre.

Así en el niño la identificación con el padre como una agresión final, para tener lo que él tiene, y como un duelo por la madre, disuelve el complejo de Edipo. En la niña es diferente. Queda el traslado de su amor por la madre por el padre, al culparla de su castración. La poderosa fuerza que disuelve en el varón el Edipo, no sucede en la niña. El amor narcisista sobre su miembro lo lleva al niño a renunciar a la madre, en la niña no sucede así. En la niña, el Edipo evoluciona a

En el momento en que el niño renuncia a la premisa universal del pene, es cuando hace su aparición el complejo propiamente de Edipo, la etapa Edipica. El padre juega el papel de ejecución de la castración, en el varón, y en la niña, juega el papel hacia donde va a terminar los afectos de la niña que ha quitado a la madre como castigo por culparla de estar castrada. La nostalgia falica (en el lenguaje lacaniano) y en la lógica freudiana: “La niña pasa – podríamos decir que siguiendo una comparación simbólica – de la idea del pene, a la idea del niño. Su complejo de Edipo culmina en el deseo, retenido durante mucho tiempo, de recibir del padre, como regalo, un niño, tener de él un hijo”[5].




Lacan

Lacan esquematiza su visión del Edipo, dentro de un contexto general llamado La metáfora paterna.

En esta esquematización lacaniana existen tres tiempos lógicos que determinan los pasajes desde los cuales el niño o la niña van a pasar de un plano imaginario a estar inscritos en el plano simbólico. “Se trata de que el niño asuma el falo como significante, y de una forma que haga de él instrumento del orden simbólico de los intercambios, rector de la constitución de los linajes”[6].

Es importante hacer notar que el esquema lacaniano no viene a desdecir al esquema freudiano, sino a articularlo y hacer explicita algunas cuestiones que en Freud estaban veladas.

Primer tiempo

El primero esta constituido por un triada de elementos, el niño, la madre y el falo. Es de hacer notar que a diferencia de Freud, Lacan nunca utiliza el pene, o premisa universal del pene, sino desde el principio el elemento simbólico del falo. Realmente aquí el falo es un elemento imaginario no simbólico, pero que al pasar por el Edipo, el sujeto edipizante, lo tomará como parte del orden simbólico.

Este primer tiempo esta caracterizado por movimientos a lo largo del eje de lo imaginario en el niño. Aunque se caracteriza en este tiempo el primer significante simbólico la relación presencia-ausencia de la madre. El niño no logra entender la ausencia de la madre. Lo interpreta como estar sujeto a una ley caprichosa del deseo de la madre. El niño logra identificar que existe algo, que le roba la atención de aquello que él necesita, la madre. Esto da origen al imaginario falo. Es decir, aquello que la madre quiere. La madre simbólica frustra al niño de eso que necesita y quiere. Es aquí cuando el niño se identifica con ese objeto imaginario falo, ser o no ser el falo, el dilema de este tiempo del Edipo.

Segundo tiempo

En este segundo tiempo se constituye una relación de cuatro elementos, y no ya de tres. El padre hace su aparición en un sentido imaginario pero aparece. El Padre Imaginario que todo lo puede y todo lo prohíbe. Este es un padre interdictor. Priva a la madre del niño y frustra al niño de la madre. Lo que en un primer momento parecía una ley caprichosa de la madre, se convierte en una ley hecha por ese padre imaginario. Aquí es cuando el niño empieza a dudar sobre su ser de falo. Este es un padre velado. No se revela totalmente.

Tercer tiempo

El llegar a este momento es cuando se permite realizar el pasaje de lo imaginario a lo simbólico. El Padre imaginario muere, y da lugar al padre real, al revelarse, hacerse visible encarnado de alguna forma para el niño. El niño al darse cuenta que finalmente el no es el falo, y que lo tiene ese padre, que ya no es un prohibidor, sino mas bien, un permisor, donador, acontece la castración. Efectuada por un agente real (el padre), en un ente imaginario, el falo.

Esta es la función en su total del padre simbólico, que nunca aparece, sino mas bien es la función paterna. Es decir, permitir la inscripción del sujeto en el orden simbólico dentro del cual vivimos los seres humanos.

El darse cuenta al sujeto de que el padre real es el que tiene el falo, eso que la madre quiere lo lleva a lanzarse a su conquista. Para que esto suceda, se dan las poderosas fuerzas que hablaba Freud sobre la amenaza de castración. Aquí es donde acontece la identificación con el padre.

Juanito

Juanito ha desarrollado una fobia a los caballos. El proceso se ha dado haciendo coincidir varias cuestiones: primero, el nacimiento de una pequeña hermanita, que para mi análisis es fundamental, la actividad masturbatoria del infantil sujeto, y la falta de fuerza del padre en la relación con la madre.

La fobia se desarrolla como un mecanismo compensatorio de la ausencia del padre real. Es decir, y veo varias posibilidades. Uno que la angustia se transforme en fobia, cuando sus deseos incestuosos no son reprimidos por una ley fuerte que prohíba el incesto, sino que lo deje prohibido a medias, como una posibilidad. Esta posibilidad es tal vez la más importante, porque deja a Juanito en una posición muy difícil. A los 5 años, tiene, que valerse casí por si mismo, en el dilema de satisfacer a su madre, y hacerse cargo de su hermanita por sus propios deseos (y como es un neurótico, sufre por eso) y porque no está capacitado en lo real para hacerlo, para defenderse de eso, genera la fobia. El padre no ha ocupado su lugar claramente, esta a medias, y Juanito, como buen primogénito, a pesar de su corta edad, se da cuenta del papel que el padre le deja, o claro, que él quisiera tomarse, de allí su angustia transformada en fobia. ¿Por qué a los caballos? Por su relación con el padre. En el caso se expone que el padre jugaba a ser su caballo. Derivado de su curiosidad sobre la diferencia de los sexos, entonces, había contemplado el pene grande de un león, que finalmente es parecido al de un caballo, de gran tamaño. Esto es una pura especulación, pero, es posible, que el caballo simbolizará al padre, que en lugar de ser su compañero de juego, debía de ser el dueño de ese pene grande, para poner orden en su casa, y no dejar a Juanito ningún trabajo, no apropiado a su edad. Es decir, el padre es grande, que el sea el del pene grande para poder satisfacer a la madre. Esto es pura especulación.

Otra posibilidad es el hecho del deseo de la muerte de la hermana, también debilitados por una ley no muy poderosa, pudieran ser realidad.

El elemento imaginario de Juanito. Juanito busca el falo en cualquier lugar, está en todos lados y no está en ningún lado, esto es sin duda un fracaso del padre real. Es decir, aparece, está allí, no está velado, pero, nunca aparece como ese padre fuerte que me permite, y que a la vez carga con lo que debe cargar: el falo. Juanito lo pone en todos lados menos en el padre.

El agente castrador, fue real, pero no el padre. El padre, al carecer de potencia, es uno de los elementos castradores, pero pareciera ser que no el determinante. Pareciera ser que el elemento real de la castración lo desarrolla la hermana al nacer. En ese momento, claro, junto con el padre, que de alguna manera si lo frustra de su madre, hacen dudar a Juanito de ser el falo. Pero para poder darle un valor significante, inscribirse en el mundo de lo simbólico, hace falta una padre con más fuerza para ostentar el falo. El padre de Juanito, si está allí, y cumple con la función de padre, pero a medias, a media fuerza, que no permite a Juanito dar el salto definitivo al orden de lo simbólico. Lo deja de cierta forma en un mundo imaginario, al solucionar el dilema: casándose con su mamá y casando a su papá con su madre. Lo que le hace falta a Juanito es la ley, es decir, ese padre que haga la ley, para domesticar sus deseos, en vez, de adaptar el mundo a sus deseos.

La fobia para mí, se ha desarrollado a partir de la incapacidad de Juanito de hacerse cargo de que hacer con su deseo sin una ley clara, sino más bien ambigua. La fobia protege a Juanito, de la realización de su deseo, y lo ayuda a cumplirlo, y por supuesto, le genera una oportunidad al padre de aparecer, que a través del análisis algo apareció, con más fuerza que anteriormente.



[1] Jean-Pierre Cléro El vocabulario de Lacan (Buenos Aires: Editorial Atuel, 2006), p. 38
[2] Sigmund Freud Sobre la sexualidad femenina (Madrid: Alianza Editorial, 1972), p. 129
[3] “En realidad, durante esta fase el padre no es más que un molesto rival, aunque su hostilidad contra él nunca alcanza la violencia característica en el varón”. Sigmund Freud, Sobre la sexualidad femenina, Op. Cit., p. 131.
[4] En el texto de 1924 La disolución del complejo de Edipo, Freud explora las fuerzas que llevan a su disolución en el niño, y a su evolución y disolución en la mujer. Es siempre en el niño, el referente a la castración lo que lo llevo primordialmente a su disolución en la mujer, más complejo y pareciera ser que nunca realmente se disuelve, porque no existen las poderosas fuerzas que si existen en el varón para dicha cuestión.
[5] Sigmund Freud, La disolución del complejo de Edipo (Madrid: Alianza Editorial, 1996) Vol III, p. 2751.
[6] Jaques Lacan, La relación de objeto (Barcelona: Editorial Paidos, 1994), p. 202

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