jueves, 28 de agosto de 2008

El psicoanálisis en la epocalidad del declinar

Por: Clynton R. López F.
clyntonr@ufm.edu

Vivimos actualmente nuevas formas de desvelamiento del ser. Posiciones en el orden simbólico que desconocíamos que se hacen ajenas a nuestra forma de estructurar la realidad y de vivirla. La película de los hermanos Cohen No country for old men es un ejemplo de estos eventos. Las nuevas formas de posicionarse en la existencia nos son extrañas, nos son incomprensibles.

Escapan al entramado de significatividad (simbólico – imaginario) al cual generaciones anteriores pertenecemos. No hay que olvidar que el entendimiento es radicalmente finito. No hay posibilidad de trascender (en el sentido kantiano) El sentido. No hay sentido atemporal únicamente nos encontramos con esferas de sentido temporales.

Nuestra epocalidad podríamos describirla como aquella sucesión de eventos dónde se ha llegado al momento de la metafísica cumplida (Vattimo), la edad del emplazamiento tecnológico (o gestell en Heidegger) o del nihilismo nietzschesiano de la muerte de Dios, o desvalorización de todos los valores supremos. Este tiempo de la metafísica cumplida nos lleva al triunfo de la ontificación instrumental absoluta. El triunfo del ente sobre el ser de forma aparentemente definitiva. Recordemos brevemente que el sujeto moderno (racional, autónomo, y libre de Descartes a Kant) es el camino mediante el cual la metafísica logro ontificar la conciencia a través de la postulación del modelo sujeto – objeto. El momento de la metafísica cumplida es cuando el sujeto ha sido emplazado a ser un simple apéndice del objeto. La subjetividad se convierte en una función de la objetividad. (Para un análisis detallado de esto se puede ver El fin de la modernidad, de Gianni Vattimo los primeros tres capítulos). Esto es una dislocación de la posición del sujeto que ya no es más el centro fundante de la realidad como imaginariamente se concibió en la modernidad. La modernidad estaba nutrida de muchos imaginarios tales como la humanidad como un conjunto unido que avanzaba indefectiblemente hacia adelante en una idea de progreso continuo, de paz perpetua y eliminación de la diferencia mediante el triunfo de la edad de la razón. (Por ejemplo al respecto se puede verse La carta a la paz perpetua de Emmanuel Kant). Todos los ideales del siglo de las luces han de una u otra forma fracasado. Sólo ha triunfado (al menos aparentemente) el emplazamiento tecnológico. Este emplazamiento tecnológico conlleva la masificación del ser humano. Para que algo pueda ser producido en las economías más o menos capitalistas de nuestra época debe ser masificado. Está explosión en la producción, este emplazamiento llevo también a utilizar a las mujeres en los procesos de producción como recurso. Las mujeres han sido puestas en un papel doble por el emplazamiento tecnológico instrumental: 1. La re producción de la especie, 2. Trabajar como recurso en el mundo productivo. (Hay muchas más razones pero es tal solo una interpretación, como todo). La irrupción de lo femenino viene según E. Rudinesco en el libro La familia en desorden a romper el viejo orden donde el Padre de familia reinaba sobre los cuerpos de las mujeres e infringían castigo sobre los hijos. Esto es una forma metafórica de explicar el declive de la función paterna en psicoanálisis. Esto ha llevado a una forma romántica de interpretar la función del padre (más aún por algunas mujeres que viven fijadas con el padre… cualquier parecido con la histeria es pura coincidencia), y más aún el padre encarnado. Me refiero a pensar al padre autoritario como un padre dictador de la ley, pero más allá de eso, como un padre que con su fuerza en la inscripción simbólica permite la resolución de la existencia. Es decir, una forma de desvelamiento del final secret (Richard Rorty, The decline of redemptive truth and the rise of literary cultura) de la vida. No digo que Rudinesco diga esto, sólo que de esta visión pueden derivarse visiones como estas.
Entonces de este reordenamiento de la epocalidad del declinar (declive del imaginario moderno, declive de la función paterna, declive de los viejos valores) queda aquella nostalgia que pretende instrumentalizar el psicoanálisis como una mecanismo de restauración de aquel viejo orden. Ese orden nostálgico mejor que el que enfrentamos, tal vez por el simple hecho de entenderlo, lo rechazamos y condenamos desde una unidad imaginaria colectiva llamada ética, bien vivir, éxito en la vida y muchas cosas más. Además el enfrentarse con la nada, con la necesaria imaginación para inventar una vida propia da Nausea dice Sartre.
En esta edad del declinar el mismo psicoanálisis nos recuerda algo importante. Para señalar esto haré una cita algo larga de Zizek pero creo que se justifica:
“In a recent conversation, Hanif Kireishi was telling me about his new novel, whose narrative is different from what he wrote hitherto; I ironically asked him: But the hero is nonetheless an immigrant with a Pakistani father who is failed writer… He replied What´s the problem? Do we all have Pakistani fathers who are failed writers? (…) the pathological twist that Hanif Kureishi experienced in his father is part of EVERY father, there is no normal father, everybody´s father is a figure who failed to live up to his mandate and thus left to his son the task to settle his symbolic debts”. (Enjoy Your Simptom!, Slavoj Zizek, p.xxii)
¿Podríamos pensar que esa idea de la función paterna poderosa para ordenar la realidad fue realmente siempre tan poderosa? ¿No es el declinar de otro ideal imaginario? Es decir, ¿en la época del declinar no hemos magnificado la metáfora paterna en una gran Otro absoluto no faltado que nos resuelve todo? ¿Este gran otro que nos fundamente sin falta? ¿No es acaso esto el síndrome de que no hemos logrado llegar a ser los sujetos post analizados capaz de ver la falta en mí y en el otro, y en el Otro? ¿No es acaso una nostalgia metafísica?
Especulemos un poco. La metáfora del nombre del padre es un proceso necesario para organizar al individuo en un regular neurotic, por hacerlo simple. De lo contrario podríamos tener por ejemplo una psicosis. La inscripción del nombre del padre en el sujeto siempre tiene fallas pero de una u otra forma permite al sujeto estar-en-el-mundo, arrojado en el lenguaje. El neurótico, aquel que está prevenido del goce, por la prohibición paterna (dicen que en Occidente el goce lo encarna la madre y la prohibición al goce el padre). Este sujeto neurótico el que Foucault describe como el sujeto económico de producción, donde el imperativo de trabajo es más fuerte que el deseo es el que necesita el emplazamiento tecnológico para la pervivencia del sistema. Entonces preguntémonos ¿Es el psicoanálisis una ideología? ¿Es una instrumentalización para adaptar al sujeto a un proceso de pervivencia del emplazamiento tecnológico?
Creo que la respuesta es obvia. No. El psicoanálisis solo se da en la praxis de la clínica. Como una forma de des-educar, de de-construir al sujeto construido a partir de la funcionalidad edipica de goces prohibidos. El psicoanálisis podría pretender nada más un sujeto que pueda llevar a cabo su de-construir de si en una forma habitual de existencia. Más allá de las imposiciones o mandatos. Hay que tener cuidado con las imposiciones instrumentales de nuestra época y no ponerlo al servicio de la creación de sujetos emplazados.
¿Qué hacer con los nuevos síntomas?, para contestar esto creo que es importante otra reflexión. Todos nos defendemos de lo real de diferente forma. Cada quien particulariza su estructura imaginario – simbólica de diferente forma. Por ejemplo, la religión cada quién la particulariza en una forma diferente. Pero en general nos defiende de la finitud de la existencia, por ejemplo. Zizek dice sobre el síntoma y el fetiche: “symptom is the exception which disturbs the surface of the false appearance, the point at which the repressed Other Scene erupts, while fetish is the embodiment of the Lie which enables us to sustain the unbearable truth”. Y me encanta el ejemplo sobre el fetiche: “In psychiatric circles, there is a story told about a man whose wife was diagnosed with acute breast cancer and died three months afterwards; the husband survived her death unscathed, being able to talk coolly about his traumatic last moments with her – how? Was he cool distanced monster with no feelings? Soon, his friends noticed that, while talking about his deceased wife, he always held in his hands a hamster, her pet object: his fetish, the embodied disavowal of her death. No wonder that, when a couple of months later, the hamster died, the guy broke down and had to be hospitalized for a long period, treated for acute depression”. (Slavoj Zizek, Enjoy your symptom!, p. xi). ¿Pensándolo desde el psicoanálisis mismo, el consumismo (materialidad) que vivimos no será nuestro fetiche para poder soportar el horror de la muerte de todos los valores supremos?
No es posible, tan solo elevarlo a la calidad de posibilidad ¿qué algunos de los síntomas contemporáneos nos ofrezcan ciertas formas de psiquismo más allá del psicoanálisis? Y que la práctica psicoanalítica reconozca sus propios límites (faltas) y ¿simplemente ante ellos no haga nada? ¿Para evitar el desfiladero del emplazamiento y convertirse en un instrumento de la completación de la entificación? En otras palabras, ¿no deberíamos re significar el psicoanálisis a la vivencia del declinar? Y ¿No será momento también de re-pensar la posibilidad del declinar del psicoanálisis mismo? ¿Por qué querer regresar a los viejos síntomas (al final es lo mismo que decir al viejo orden)? ¿Qué hace a aquellos síntomas superiores, mejores, menos malos, más deseables que los nuevos? No hay forma de decirlo, sólo somos seres para la muerte con un entendimiento –al igual que nuestro cuerpo y vida– radicalmente finito. Sólo una perspectiva del ojo de Dios podría decirnos esto. Desde que Dios ha muerto, esto queda imposibilitado. Por lo mismo podríamos decir ¿No place for old psychoanalysis?

1 comentario:

clyntonr dijo...

Estaba en una de mis clases de Economía antes de empezar y una alumna estaba hablando sobre que ella aún vivía con sus padres, pero que era muy independiente. Digamos que es el ejemplo típico de una chica que ha vivido el declinar de la funcion paterna. (La conozco desde hace un par de meses y así parece al menos, pero sirve de ejemplo). Me decia que puede hacer lo que quiera pero hay algunas reglas familiares que tiene que respetar porque sino tendría que comprar su apartamento. Por las charlas que hemos mantenido en la clase diría que es la referencia de respeto última que tiene y los grupos actuales pareciera ser la última. Y me surgio una pregunta. ¿En este reordenamiento de los significantes, no es el significante dinero el nuevo significante Padre? Es decir, ¿encarnado en la familia en quien lo tenga? Claro, el dinero es una significante fálico desde siempre, pero últimamente ha tenido mucho máyor importancia. ¿Podríamos vivir una época donde la diferencia de los sexos es cada vez menos importante, y la diferencia de dinero es más importante? Las generaciones contemporaneas son cada vez más unisex, y la mayor importancia es el dinero. Esto por supuesto con la re orientación sexual (una nueva orientación)¿ donde es una sexualidad cada vez más cerana a la bisexualidad ?, claro, asumiendo que efectivamente la diferencia no importa. (En la homosexualidad y heterosexualidad la diferencia si importa) Porque también es posible que los que vivimos nuestra niñez en otro orden no percibamos las nuevas forma de diferencia de hombre y mujer.