jueves, 30 de octubre de 2008

Cine Foro sobre Closer

Cine Foro
Closer: llevados por el deseo(2004)
Una versión psicoanalítica
Mike Nichols Director
Patrick Marber Screenplayer

Por: Clynton R. López F.
clyntonr@ufm.edu

Entre el deseo y el goce

Para iniciar esta noche el comentario sobre la película Closer me gustaría primero hacer una metáfora sobre las palabras que más se repiten dentro del tema musical de la película: Estas son I can´t take my eyes off you, si es cierto, uno no puede quitar los ojos de encima del objeto de deseo pero una acercamiento constante sin guardar la distancia necesaria (la prohibición) para mantener el deseo nos lleva a la cosa freudiana, o el objeto a lacaniano, es decir, transgredimos el principio de placer freudiano y llegamos donde el goce realiza su aparición. Y la canción repite I can´t take my eyes off you, I can´t take my eyes off you tantas veces como veces transgredimos ese límite imaginario buscando el objeto causa de deseo, u objeto a, que cuando desprovisto de su envoltura imaginaria se torna totalmente insoportable. Estamos señores en el campo del goce y hemos dejado el campo del deseo.

Pero esto sólo como introducción porque es el goce el punto más evidente dentro de la película, pero esta película nos da par muchísimo más. Y me referiré básicamente aquí a dos textos de Freud uno es Sobre un tipo especial de elección de objeto en el hombre de 1910 y dónde por primera vez aparece impreso el termino Complejo de Edipo y el otro es Sobre una degradación general de la vida erótica de 1912. A mí al menos estos textos me parecen complementarios dentro de la época y la teoría freudiana. Recordemos que para 1905 Freud había escrito Los tres ensayos para una teoría sexual y hasta 1931 no escribiría Sobre la sexualidad femenina donde de alguna forma estaría estableciendo su teoría final sobre la disolución del complejo de Edipo en la mujer (por supuesto que no hay que olvidar el texto de La Disolución del complejo de Edipo) que Freud resuelve y digo resuelve entre comillas porque todos recordaremos aquella famosa frase que Freud nunca pudo resolver: que es lo que quiere una mujer. Y este no saber qué es lo que quiere una mujer Freud lo interpreta como el deseo de un hijo, un hijo para el padre. Pasará algún tiempo para que Lacan posteriormente logre establecer que la feminidad va mucho más allá del deseo de tener un hijo.

Bueno, pero volvamos al texto de 1910. He elegido este texto porque de alguna forma es dónde Freud tematiza de forma directa las condiciones que rodearán al objeto de deseo en el hombre pero que van más allá de lo que para la época (e inclusive hoy en día) se tratan como normales, y este normal también lo digo entre comillas[2].

Empecemos con los personajes. Tematicemos primero al Dr. Larry (pero esto nos llevara a Dan) La película no muestra casí en ningún momento la historia de los personajes. En el sentido kunderiano podemos decir que los seres humanos somos un síntoma del pasado[3] pero sin el pasado no sabemos porque hoy somos como somos. Por lo tanto sólo podemos especular a partir de los datos que nos presentan en esos cuatro años de la historia. Así vemos que nuestro primer personaje es una persona que le gusta ciertas actividades sexuales que dentro de la normalidad, ya tematizada en el sentido de Foucault, podemos llamar de ciertas formas perversas[4]. Por ejemplo, vemos como obtiene cierto placer a través del computador sin jugarse con el cuerpo de otro, y vemos también en la escena con Alice (Natalie Portman, usaré el nombre de la actriz porque el personaje siempre juega con sus nombres) cuándo ella baila obtiene un placer derivado de la mirada, pero también da la sensación de que este personaje paga usualmente por sexo, cuestión confirmada por dos escenas más: el momento de la confesión, al regreso del viaje de NY, a Julia Robert de que había tenido sexo con una prostituta, y posteriormente el momento de la firma del divorcio donde produce todo un juego (un juego de transgresión el cual nos podría indicar de cierta forma una perversión), en relación a la firma y que con la firma “compra” sexo. Dentro de este mismo contexto cuando vemos el masoquismo primordial de este personaje cuando pregunta detalladamente sobre la infidelidad de la esposa llegamos a un punto interesante: él pregunta si el amante fue mejor que él en la cama, y ella contesta diferente, y él pregunta diferente ¿cómo? Y ella contesta gentler, es decir, y es interpretativo en el contexto del personaje como más caballero, como más gentil, es decir, que para poder acostarse con su esposa la convierte o la trata como una puta.

Volvamos al texto de Freud. Freud tematiza algo muy importante condiciones de elección para el objeto en el hombre, y tematiza ciertas formas atípicas pero repetitivas veamos como lo resume:

Si abarcamos ahora en una ojeada los distintos elementos del cuadro descrito, o sea las condiciones de falta de libertad [perjuicio del tercero] y ligereza sexual de la amada [amor a la prostituta], su alta valoración, la necesidad de sentir celos, la fidelidad, compatible, no obstante, con la sustitución de un objeto por otro en una larga serie, y, por último, la intención redentora, no supondremos probable que todos estos caracteres tengan su origen en una sola fuente[5].

Posteriormente Freud establece algo interesante que va de cierta forma a establecer de forma general el origen del problema, y lo más interesante es que no la separa como una causa diferente al desarrollo de la elección establecida como normal:

Su elección de objeto, tan singularmente determinada, y su extraña conducta amorosa tiene el mismo origen psíquico que la vida erótica del individuo normal. Se derivan de la fijación infantil del cariño a la persona de la madre y constituyen uno de los desenlaces de tal fijación. La vida erótica normal no muestra ya sino muy pocos rasgos que delaten el carácter prototípico de dicha fijación para ulterior elección de objeto; por ejemplo, la predilección de los jóvenes por las mujeres maduras. En estos casos, la libido del sujeto se ha desligado relativamente pronto de la madre. Por el contrario, en nuestro tipo, la libido ha continuado aún ligada a la madre después de la pubertad, y durante tanto tiempo que los caracteres maternos permanecen impresos en los objetos eróticos ulteriormente elegidos, los cuales resultan así subrogados maternos fácilmente reconocibles.

Lo que Freud nos está tematizando aquí es lo que en la clínica se conoce hoy en día como las separaciones. Las separaciones necesarias que – inclusive en Freud – no estaban claramente entendidas. Por ejemplo, a la separación que nos referimos aquí es básicamente la separación madre – mujer. Una mujer no es una madre, y una madre es más que eso, es una mujer. Recordemos que Freud establecía En la sexualidad femenina (1931) la solución a la feminidad (de cierta forma) en tener un hijo, tener un hijo para el padre. Así, de cierta forma Freud encerraba a una mujer en el significante madre. Si bien Freud establecía esta solución a la feminidad es tan bien cierto que tenía bastante presente los problemas que se generan a partir de la fijación del sujeto masculino en la madre. Si no hay una separación entre madre – mujer se generan ciertos problemas. Podemos pensar que si bien es cierto el deseo psicosexual para la determinación de objeto se establece en el Edipo este deberá disolverse para que el sujeto dentro de sus fallas pueda elegir sin condiciones particulares su objeto erótico.

En el texto de 1912 Sobre una degradación general de la vida erótica Freud, sin llegar a mencionarlo tal como lo estamos diciendo, tematiza la sobre posición madre-mujer y sus consecuencias en el hombre. Por ejemplo, establece que existen dos corrientes en general que serán fundamental para el futuro de la relación con el objeto de deseo. Freud las denomina la corriente cariñosa y la corriente sensual. Estas dos corrientes son establecidas desde la infancia en el complejo de Edipo. Por ejemplo, la corriente cariñosa es más primitiva y la corriente sensual es posterior en la pubertad pero la segunda queda reprimida fuertemente por la prohibición al incesto[6]. La no confluencia de estas dos corrientes lleva al individuo a realizar una escisión sobre los objetos de deseo. Está escisión consiste en un objeto de deseo cariñoso y otro objeto de deseo sensual. Otra vez esta forma de sobre poner a la mujer – madre puede llevar a un hombre a “Si aman a una mujer, no la desean, y si la desean no pueden amarla”[7]. La fijación en las figuras infantiles incestuosas (la madre usualmente, pero también la hermana) puede provocar por ejemplo una impotencia psíquica (por la prohibición al incesto) cuando identifican a una mujer con ciertos caracteres que pueden ser similares a la madre o la hermana. De ahí la necesidad de hacer la escisión entre una mujer que aman y respetan, y otra que desean sexualmente. La forma que toma esta sobre posición es la siguiente:

De aquí su necesidad de un objeto sexual rebajado, de una mujer éticamente inferior, en la que no pueda suponer repugnancias estéticas y que ni conozca las demás circunstancias de su vida, ni pueda juzgarle. A tal mujer dedicará entonces sus energías sexuales, aunque su cariño pertenezca a otra de tipo más elevado[8].

Vemos entonces aquí que esta degradación es muchas veces orientado hacia una elección importante hacia las prostitutas por parte de los hombres, sobre todo casados, o con novias por casarse. Vemos de esta manera como en 1912 Freud ya tenía claro que no eran condiciones especiales en el objeto para ser deseables sino más bien una forma de limitación del sujeto para elegir objeto. La relación de un sujeto con está sobre-posición madre-mujer probablemente es una relación compleja y poco libre en un sentido. Las famosas bigamias de muchos hombres pueden venir explicadas en este sentido.

Pero, ¿por qué la sobre posición deviene en degradación? Hay un respeto y valoración a la madre que usualmente es asumido, pero ya en 1910 Freud establecía un importantísimo punto para ir más allá de su propia teoría sobre la sexualidad femenina. Es decir, más allá de la mujer como madre, que era el último punto que Freud logro tematizar[9]. Veamos como lo expone:

Cuando más tarde no puede ya mantener aquella primera duda que excluía a sus padres de las bajas normas de la actividad sexual, llega a decirse, con lógico cinismo, que la diferencia entre la madre y la prostituta no es, en último término, tan grande, pues que ambas realizan el mismo acto[10].

La internalización particular que cada individuo hace de esta forma de entender las relaciones entre los padres termina siendo una aceptación de la diferencia de los sexos que terminaría de cierta forma (al menos más probablemente) en una sexualidad con relación a los objetos de forma más normal. Es decir, aceptar la diferencia de los sexos es aceptar que lo que sucede entre un hombre y una mujer es eso: relaciones sexuales. Una aceptación de mala gana (lo digo entre comillas porque esto es una asimilación inconsciente) puede terminar con una degradación de la vida sexual y además y la partición entre una mujer amada, venerada y adorada y otra con la cual satisface sus deseos sexuales que es una prostituta.

Pero volvamos a la cita de Freud: el favor que realiza Freud a las mujeres en esta descripción de sus neuróticos es simple: las disloca de la posición que había otorgado para ellas la tradición onto – teológica occidental (el desarrollo que se da desde el Cristianismo y se mezcla con los imperativos de trabajo burgués, según Foucault, por ejemplo) de ser madres – virginales un contradicto in adjecto[11]. De esta forma el igualar a la madre con la prostituta permite convalecer a la mujer de esta tradición metafísica que había fijado su ser y le permite revelarse como evento en todo el potencial de su feminidad. Esa dislocación le permite convalecer de la acepción metafísica que la onto – teología le había otorgado históricamente.

El personaje interpretado por Jude Law (Dan) es también fácilmente interpretado a partir de esto que hemos mencionado ya. La elección de objeto de este personaje es fácilmente correlacionado con el tipo descrito por Freud como la mujer fácil, o con un dueño. Dentro estos dos extremos parecen moverse. Involucrandose con una mujer casada o con un stripper. Sobre Larry, es tan evidente, sus formas de escoger y moverse con las mujeres que no hace falta tematizar más.

Ambos personajes masculinos tienen actitudes comunes en cuanto la elección de su deseo, no sólo porque son las mismas mujeres, recordemos que tanto para Freud como para Lacan, lo objetos de deseo son contingentes y pueden representar largas series metonímicas y sólo se escoge por la historia y su forma de particularizarla (en el goce). Estos dos personajes tienen inevitablemente sobre puesta los significantes madre – mujer y aquí nos podemos enfilar a la idea del objeto causa de deseo, que no es el objeto del deseo que es contingente. El objeto causa de deseo Lacan lo llamo en una de sus tematizaciones (pero quizá la más permanente después de el seminario IX) el objeto real, o el objeto a. Este objeto que es residuo de la castración simbólica del sujeto y es correlato de las pulsiones (parciales) se encuentra en el campo de la demanda, y la demanda está en el campo del goce. Recordemos que el deseo no tiene un objeto propio (no hay instintos) y que sólo está constituido por la falta-en-ser del sujeto, por su condición de faltado, de no completud. Pero ese residuo excremental (por no poder ser imaginarizado) está presente siempre allí siempre listo para volver en lo real. Así cuando nos acercamos al objeto de deseo demasiado, cuando nos acercamos a lo real, es decir, cuando la estructura fantasiosa – imaginara la cual proveemos a dicho objeto para desearlo, se derrumba, este objeto se hace insoportable.

El objeto a revestido de lo imaginario causa deseo (por ejemplo, la forma de hablar de una mujer para un hombre que hace que la desee, o la forma en que un hombre mira a una mujer hace que la mujer lo desee). Lo que hay que tener claro es que el objeto a no es ninguna de las elecciones. El objeto a (es una posición trascendental por decirlo de alguna manera, algo que nunca estuvo allí y siempre estamos buscando).

Pensemos entonces ¿por qué estos personajes van y vuelven con tanta insistencia al campo del goce? Una explicación (y es sólo una interpretación) es que la demanda aparece cuando aparece el amor y esto se da usualmente cuando se reproduce la demanda del Otro (parental) encarnado en el amante. De allí la demanda insaciable de fidelidad por ejemplo. Otra posible explicación más radical es la insaciabilidad con que el Super yo lanza su imperativo de ¡Goza! Ese imperativo es insaciable. Pensemos lo siguiente la demanda es la necesidad atravesada por el significante, y el deseo es lo caído de la demanda y la necesidad. El goce está en el campo de la demanda, y la demanda por su naturaleza es insaciable, y está reafirmado por el imperativo super yoico de Goza!! Pero el goce como lo dice Zizek en su libro Cómo leer a Lacan nos da una idea diferente del placer:

Los traductores de Lacan al inglés dejan a menudo el término jouissance en francés para volver tangible su carácter excesivo y propiamente traumático: no se trata de simple placer, sino de una violenta intrusión que produce más dolor que placer. (…) No sorprende que Lacan proponga una ecuación entre goce y super yo: gozar no es seguir espontáneamente nuestras tendencias, sino algo que cumplimos como una especie de extraño y retorcido deber ético[12].

Podemos realizar una interpretación distorsionada y contaminada de Freud-Lacan-Kant sobre el super yo, el deseo y el goce.

Empecemos con la idea de Deseo. El deseo es lo que cae, lo que queda más allá entre la demanda y la necesidad. Ese objeto causa de deseo que no podemos imaginarizar lo velamos dentro de una estructura imaginaria que estructuramos de acuerdo a nuestra historia personal. Así el objeto de deseo es contingente y puede entrar dentro de una larga serie de objetos sustituibles siempre y cuando puedan encajar dentro del marco fantasioso elaborado por el sujeto y que de alguna manera recuerden el objeto perdido (que nunca estuvo). El deseo no es insaciable simplemente variable y contingente. Si bien es cierto es condición del sujeto hablante como ser faltado el deseo puede decaer, no está sujeto a imperativos y depende de una frágil dinámica imaginaria en muchos sentidos. El deseo permanece mientras tenemos el objeto de deseo a cierta distancia. A esa cierta distancia podemos ser felices. Pero, en la perspectiva psicoanalítica no venimos a este mundo a ser felices. Por ejemplo en El malestar en la cultura Freud tematiza que los seres humanos nos asociamos por motivos diferentes a como la filosofía occidental lo había venido proponiendo. Las teorías contractualistas de Locke y Rousseau, pero sobre todo la de este último con un sujeto bueno en el sentido que quiere vivir armónicamente y feliz, quedan descartadas. Los seres humanos tenemos el residuo de los instintos en las pulsiones, estas pulsiones son cargas energéticas que nos llevan a movernos hacia el objeto pulsional. Este objeto pulsional también es contingente (puede ser la pareja, un amiga) pero el objeto perdido, el Das Ding, el objeto a está siempre allí aunque nunca estuvo, para impulsarnos a la satisfacción y relajación de la pulsión. La pulsión está íntimamente relacionada con la demanda por lo mismo es insaciable. Entonces, el super yo, entendido como lo entiende Lacan, es bien expresado en el imperativo categórico que está más allá de toda experiencia sensible de bienestar.

Recordemos que la filosofía kantiana inaugura lo que se conoce como filosofía crítica y el idealismo trascendental. El idealismo trascendental es un puente trazado entre las tradiciones empirista e idealista de la filosofía moderna (es decir, entre Descartes y Hume). Kant pretende de una vez por todas establecer los límites de la razón y tratar de validar el conocimiento subjetivo – objetivo en este puente a través de los juicios sintéticos a priori. La validez por ejemplo de estos juicios en la Crítica de la razón pura establecen la posibilidad de la ciencia. Y lo mismo hay que hacer para la moral. La pregunta en la Crítica de la razón práctica es establecer la posibilidad de los juicios sintéticos a priori en la moral. ¿Qué significa esto? La posibilidad de hablar de un bien atemporal más allá de cualquier objeto contingente de la experiencia. Si traducimos esto al lenguaje psicoanalítico – entenderemos fácilmente lo que Lacan vio – sería que no dependa lo bueno y lo malo de los objetos del deseo (aquellos que procuran bienestar) sino que dependa de un transcendental que no importe cuando, ni donde, ni como siempre este allí. Qué mejor que algo que nunca estuvo pero pretendemos haber perdido: el objeto a. Ese objeto causa de deseo siempre estará allí, porque nunca estuvo.

Entonces el objeto de la moral kantiana esta en el ámbito de lo real. Este ámbito de lo real está más allá del principio de placer freudiano. Mucho más allá del principio de bienestar, o del simple placer. Cuando el dolor hace una irrupción y seguimos vinculados a dicha situación estamos en el campo del goce y no del deseo. El principio kantiano de moralidad es masoquista porque nos invita a un imposible, y posteriormente nos da el imperativo de gozar. Nos prohíbe desear y vivir en el deseo pero nos impone gozar!

Aquí es donde inicia entonces esta distorsión interpretativa. Prohibir es equivalente al mandato. Prohibir desear es mandar a gozar, desde que deseo y goce se contra ponen en cierto sentido. Recuerdo bien que en un cine foro anterior (Eternal Sunshine of the Spotless mind) enuncie lo siguiente: El gozar es la extinción del deseo, pero el deseo señala el camino del goce. Sobre todo si prohibimos movernos en la dirección del deseo. Que es lo que hace el imperativo categórico kantiano y si lo extendemos un poquito más, nos damos cuenta que el masoquismo viene desde la constitución del pensamiento Occidental con los diez mandamientos.

Entonces, ¿por qué las relaciones hombre - mujer son un campo fértil para el aparecimiento del goce, y la extinción del deseo? Mi respuesta es tan simple como ridícula (al mejor estilo de Kundera en el arte de la novela): por la prohibición a la poligamia, y por un mandamiento que establece: No desearas a la mujer de tu prójimo.

La aparición del goce y la disolución del deseo son tan evidentes en la película que no hay necesidad de escribir sobre ellas. Pero, si las comentaremos.

Guatemala, octubre 30 de 2008.














[2] Nos referimos aquí al término normal en el sentido que Foucault establece en la Historia de la Sexualidad. Es decir como un establecimiento que se da dentro de un contexto epistemológico cultural y temporal, pero que se ha vendido con la esfera del pensamiento metafísico de Occidente, es decir, como algo natural, objetivo y además eterno. Hay que recordar que Foucault establece en el tomo I de la Historia de la Sexualidad esto mismo ha provocado el mosaico sexual de Occidente al mezclarse con la confesión como forma práctica de establecer la verdad y el conocimiento. En este sentido Foucault establece una crítica al psicoanálisis porque sería entendido desde esta postura como una función normalizadora y adaptativa además de asimilar una de las formas secularizadas de la confesión para establecer el verdadero deseo. Esta crítica, creo yo, es fácilmente salvable en el sentido siguiente: Freud estableció su teoría desde la práctica clínica, su clínica estaba referida necesariamente a una época y como el mismo Foucault establece con su contexto epistemológico-cultural-temporal por lo tanto la obra freudiana esta allí como un monumento (en el sentido de Vattimo) histórico listo para ser interpretado desde nuestra propia esfera temporal-de-sentido por lo tanto en nosotros esta la interpretación que hagamos de eso que Freud llamó psicoanálisis. Aquí no pretendemos establecer la explicación psicoanalítica en un sentido metafísico (o ideológico para decirlo de otra forma) sino simplemente como una posible interpretación débil (por no poder ser universalizable) en este caso de las relaciones hombre-mujer que tanto me interesan.
[3] En este tipo de afirmaciones es cuando se puede notar que Milan Kundera tiene un gran influjo de la corriente filosófica fenomenológica debido a que en el contexto de su obra esta frase se puede interpretar como la tri – dimensionalidad del tiempo en Husserl, o los tres éctasis heideggerianos tematizados en Ser y Tiempo.
[4] En el sentido freudiano de desviación al objeto o fin sexual. Laplanche & Pontails lo definen de forma general: “se designa como perversión el conjunto de comportamiento psicosexual que acompaña a tales atipias en la obtención de placer sexual”
[5] Sigmund Freud, Sobre un tipo especial de la elección de objeto en el hombre en Obras Completas Tomo II (Madrid: Editorial Biblioteca Nueva, 1996), p., 1627
[6] Esta forma de entender las relaciones edipicas actualmente ha variado un poco. Por ejemplo Nasio establece que las relaciones Edipicas no son de cariño en la infancia, sino que siempre son sexuales.
[7] Sigmund Freud, Sobre una degradación de la vida erótica en general en Obras Completas Tomo II Op. Cit, p., 1712
[8] Ibid., p, 1714
[9] Ver por ejemplo Re pensando el Edipo desde Lacan en http://lacan1nelguatemala2008.blogspot.com/
[10] Sigmund Freud, Sobre un tipo especial de la elección de objeto en el hombre en Obras Completas Tomo II Op. Cit, p., 1628
[11] Respecto a esta afirmación recuerdo una visita al Museo de Louvre en Paris en el ala de Pintura y Escultura española del siglo XII hasta XVI (si mal no recuerdo) y no importaba cuanto caminaba, ni cuanto cambiaba la técnica en las esculturas y pinturas algo permanecía constante: La virgen-madre cargando al niño Dios. De aquí también la posible explicación que Freud a pesar de todo su psicoanálisis no logro ver claramente a una mujer más allá de la madre. Referido a una época victoriana probablemente su horizonte era limitado en ese sentido, pero si bien es cierto no está claramente establecido, si está tematizado.
[12] Slavoj Zizek Como leer a Lacan(Buenos Aires: Editorial Paídos, 2008)., p., 87

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